Carta: De los celos y las cosas

Esta recurrente pregunta para un recurrente problema... ¿que son los celos? ¿Cuando aparecen? 
Por complicado que parezca, siempre me he jactado de responder sin mayor dificultad a esa pregunta (al menos hasta ahora).
¿Que otra cosa pueden ser los celos, si no la representación con nombre y apellido de las inseguridades propias? Naturalmente, los seres humanos amamos cosas y/o personas, y naturalmente tenemos miedo a perderlas. ¿Qué significará perder a alguien? Si no es una posesión que detentemos.
Miedo también puede ser, a ser anulados, reemplazados. Las personas creamos aquello a lo que tememos; por eso existen las máquinas. Seres u objetos cuyo objetivo es remplazar a otros seres humanos y cumplir de forma más eficiente sus objetivos.
¿Qué pasaría si de repente llega un ser humano que es mejor amante con mi ser amado que yo mismo? Sería irremediablemente remplazado. Anulado. Aquel amor que yo compartía con alguien más no sería mío de nuevo. Porque habría alguien viviendo mi vida, y probablemente, viviéndola mejor. 
Ahora, ¿este miedo será distinto al miedo común? ¿O a qué se debe que le demos otro nombre? Los celos son miedo, inseguridad, sin embargo, a este miedo no lo llamamos miedo, lo llamamos celos. 
Cuando una persona quiere celar a otra, le muestra (tal vez) un posible remplazo, o al menos ese es el efecto que se busca causar en el otro. ¿Por qué? Para infligir miedo. 
Los celos, como ya te han dicho antes, son inevitables. No podrías vivir sin ellos. Sería lo mismo que vivir sin miedo. Desafortunadamente, haz encontrado a alguien (o tal vez ella te encontró a ti) a quien te aterra la idea de “perder”. Con esa palabra, quiero decir que te aterra que eso que ella comparte contigo y que tú quieres compartir solo con ella deje de ser tuyo también. Miedo a que tu nombre deje de ser pronunciado por esa boca, guardado entre esos dientes. Sería un poco como morir ¿no? 
Te escribo esta carta con el objetivo de que recuerdes un poco qué es aquello que te tiene donde estás, solo en caso de que ya lo hayas olvidado. 
Será la necesidad? Que tú miedo no sea la lejanía de ese ser amado, sino la cercanía contigo mismo? 
O será tal vez... el crudo y cálido amor puro? Ese acontecimiento maravilloso de reconocerte en alguien más, de hablar el mismo idioma con ese otro.
Yo tengo pruebas certeras y definitivas de que es la segunda opción. Porque eres un ser romántico. Romántico sin remedio y afortunadamente, cuando comenzaste a buscarte, te topaste con ella. Ya sabías quien eras, quien quieres ser, y por supuesto quien no quieres ser. Teniendo esto claro, no te fue difícil pronunciar el complicado “con quien quiero estar” por lo pronto, debo recordarte, que una de esas razones es porque hablan el mismo idioma del amor; que si un día (tal vez muy pronto, o tal vez justo a tiempo) le dijiste “te quiero” ella supo responderte “a donde vamos”. 
Las personas somos complicadas. Incluso hablando el mismo idioma, encontramos la manera de desacertar. O creemos entender cosas que son erróneas. Nos equivocamos. Esperamos cosas de el otro y de nosotros mismos qué tal vez no son posibles. Porque nos sentimos de una forma que no creíamos posible. No en nuestro contexto actual. 
A veces tienes que entender que la gente espera cosas de ti, qué tal vez por el tiempo y por otras situaciones (económicas o circunstanciales) no es del todo posible. Tienes que entender qué habrá ocasiones en las que ellos no lo entiendan. Y esta bien. Pueden no poder hacerlo, así como tú puedes poder hacerlo. Tampoco eres perfecto tu mismo. Hay y habrá aún más cosas que tú no entiendas, y está bien. Puedes no poder hacerlo. Pero por favor, nunca olvides que estás con quien quieres estar. Y que, con todas tus inseguridades en contra, eres capaz de luchar por ella. De darle tu cariño, tal vez a cambio de su honestidad. Que habrá cosas que no puedas arreglar fácilmente. 
Arreglar fácilmente, quiero decir que no podrás hacer lo que ya sabes. Tal vez tengas que encontrar una nueva forma de decir “lo siento”, o tal vez tengas que poner en práctica algo todavía más complicado para ti. No hacer absolutamente nada. 
Siempre pensando y actuando desde el amor. Viviendo desde el amor. Recuerda que es precisamente por amor que estás donde estás y con quien estás.

Comentarios